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Las ermitas de Córdoba
Hay de mi alegre sierra
Sobre las lomas,
Unas casitas blancas
Como palomas.
Les dan dulces esencias
Los limoneros,
Los verdes naranjales
Y los romeros.
Allí junto a las nubes
La alondra trina;
¡Allí tiende sus brazos
La cruz divina!
La vista arrebatada
Vuela en su anhelo
Del llano a las ermitas,
¡De ellas al cielo!
Allí olvidan las almas
Sus desengaños;
Allí cantan y rezan
Los ermitaños.
Del agua que allí oculta
Se precipita,
Afirman los devotos
Que está bendita.
Prestan a aquellos nidos
Luz los querubes,
Guirnaldas las estrellas,
Mantos las nubes…
¡Muy alta está la cumbre!
La cruz muy alta…
¡Para llegar al cielo
Cuan poco falta!
Puso Dios en los mares
Flores de perlas;
En las conchas joyeros
Donde esconderlas;
En el agua del bosque
Frescos murmullos;
De abril en las auroras
Rojos capullos;
Arpas del paraíso
Puso en las aves;
En las húmedas auras
Himnos suaves,
Y para dirigirle
Preces benditas,
Puso altares y flores
En las ermitas.
Las cuestas por el mundo
Dan pesadumbre
A los que desde el llano
Van a la cumbre.
Subid a donde el monje
Reza y trabaja;
¡Más larga es la vereda
Cuando se baja!
Ya la envuelva la noche,
Ya el sol la alumbre,
¡Buscad a los que recen
Sobre esa cumbre!
Ellos de santos mares
Van tras el puerto;
¡Caravana bendita
De aquel desierto!
Forman música blanda
De un campanario;
De semillas campestres,
Santo rosario;
De una gruta en el monte,
Plácido asilo;
De una tabla olvidada,
Lecho tranquilo.
De legumbres y frutas
Pobres manjares,
Parten con los mendigos
En sus altares.
Allí la cruz consuela,
La tumba advierte;
¡Allí pasa la vida
Junto a la muerte!
Por los ojos que finge
La calavera,
Ven el mundo… y su vana
Pompa altanera.
¡Calavera sombría,
Que en bucles bellos
Adornaron un día
Ricos cabellos!
Esos huecos oscuros
Que se ensancharon,
Fueron ojos que vieron
Y que lloraron.
¡Por esas agrietadas
Formas vacías,
Penetraron del mundo
Las armonías!
¿Qué resta ya del libre
Mágico anhelo
Con que esa frente altiva
Se alzaba al cielo?
¡La huella polvorosa
De un ser extraño,
Adornando la mesa
De un ermitaño!
Aquí, en la solitaria
Celda escondida.
Un cráneo dice: ¡Muerte!
Y una cruz: ¡Vida!
¡Muy alta está la cumbre!
La cruz muy alta…
¡Para llegar al cielo
Cuan poco falta!…