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Unico poema
Mar sin nombre y sin orillas,
soñé con un mar inmenso,
que era infinito y arcano
como el espacio de los tiempos.
Daba máquina a sus olas,
vieja madre de la vida,
la muerte, y ellas cesaban
a la vez que renacían.
¡Cuánto hacer y morir
dentro la muerte inmortal!
Jugando a cunas y tumbas
estaba la Soledad.
De pronto un pájaro errante
cruzó la extensión marina;
“Chojé…”, “Chojé…” repitiendo
su quejosa marcha iba.
Sepultóse en lontananza
goteando “Chojé…” “Chojé…”;
desperté, y sobre las olas
me eché a volar otra vez.